Sound Freedom Radio

domingo, 10 de febrero de 2013

El corazón de las palabras [1]


Segundo adiós

"Fuimos otra persona. Tu y yo
no fuimos la persona que ahora
ven los demás. Sino dos personas distintas.

Lolita Bosh

Hace tanto que no sé de ti. Veo el calendario y ya es febrero. Recordé los días de diciembre cuando solíamos caminar sostenidos de la mano y tú me decías si quería andar descalza por el mundo.  Sólo sonreía y me quitaba los zapatos, comenzaba a bailar en círculos y pensaba en lo ligera que me soñaba.

      Después me tomabas de los hombros y me dirigías al departamento donde nos apartábamos del mundo.  La segunda vez que nos vimos me hiciste una pregunta: ¿quieres dormir desnuda a mi lado? Contesté con un beso,  ésa fue la primera ocasión en la que pude ser sincera ante el  vacío.  Posteriormente nos convertimos en amantes.
Te posicionaste en mi lujuria y deseo quimérico, nos veíamos una vez a la semana para sentirnos cómplices. Pasaron siete días  y supe que tenías novia, pero no dije nada; yo también tenía un compromiso. No sé qué pensabas y mucho menos que sentías, con tu sonrisa de jirafa bastaba.

Odiabas que fumara después de hacer el amor y yo reprochaba que hablaras de tecnología, siempre fuimos distintos. Yo tenía la idea del pasado y tú la del presente; ambos nos juntábamos para escapar.

Siempre me buscabas, yo jamás lo hice, ni una mínima palabra afectiva te dije. Pero hoy estás de suerte y te escribiré lo que tanto callé:

          Detesté la forma en que terminamos: tú sólo me besaste el corazón y dijiste adiós. No importa, yo sí te quise. Sé que  me utilizaste como al agua para vivir. Lamentablemente no te fui tan necesaria. Quise una vida contigo, tú eras mi amor de tiempo. Fui tu almohada de noche y tu oscuridad, el velo donde te escondías y jugabas a ser el dinosaurio más grande del mundo.

          Sé que papel jugamos por mucho tiempo, no sé cuánto fue realmente, eso no importa. Pero hoy no estás y eso es lo que me aflige. Después de luchar con el olvido y con la persona a la que no amo te vuelvo a encontrar.

          Sí, el día cuatro de febrero tu sonrisa y esos lentes que te ocultan los ojos cafés claros pararon el tiempo en la estación del metro Iztacalco. No dijiste nada, sólo me miraste como si fuese una extraña, yo me eché a llorar y puse de pretexto que la mariposa que llevaba en mi alhajero viejo había volado. Te volteaste, en cuanto abrieron el vagón del metro, te escabulliste. Te observé ir hacia no sé dónde, pero te fuiste. Di un adiós a nadie  y eso fue lo que pasó. Hoy no queda nada, ni la esperanza de caminar descalza.


By: Karen B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario